El MVP (jugador más valioso) de la NBA en el 2015, Stephen Curry de los Warriors de Golden State, muestra gran humildad a pesar de que muchos lo consideran uno de los más grandes tiradores de la liga.
Hijo de Dell Curry, un jugador de la NBA entre los años 1986 y 2002, Stephen Curry batió su propio récord de temporada de la NBA en el 2015 con 286 tiros convertidos de tres puntos, lo que llevó a los Warriors a su primer campeonato de la NBA en 40 años y una marca récord en la NBA con 67 victorias. Un especialista en tiros de campo – con un 47% de precisión en su carrera y un promedio por encima de los 20 puntos por partido – también es dos veces All-Star de la NBA y dos veces medallista de oro olímpico, después de haber ayudado a EE.UU. a la victoria en los Juegos Olímpicos de 2010 y 2014. Junto con su impresionante talento, este jugador de 27 años de edad, también tiene tremenda humildad, tal como lo manifestó en su discurso de al recibir el premio de MVP. “En primer lugar tengo que agradecer a mi Señor y Salvador Jesucristo por bendecirme con el talento para jugar este juego y a la familia que me apoyan día a día”, comenzó Stephen. “Soy su humilde servidor en este momento, y no puedo decirlo lo suficiente cuán importante es mi fe a la hora de jugar este juego y de definir quién soy. Así que yo simplemente soy un bendecido y agradecido por donde estoy”.
Stephen tiene buenos recuerdos de jugar bien entrada la noche en su cancha de baloncesto en el patio trasero de su casa en Charlotte, Carolina del Norte. Pero no siempre parecía ser como si Stephen podría tener una prometedora carrera en el deporte, ya que ninguna de las escuelas del ACC y la SEC en las que se probó lo reclutaron durante el proceso de contratación. “Tuve mi vista puesta en la Universidad Tecnológica de Virginia durante mis años de escuela secundaria”, recuerda. “Desafortunadamente, los Hokies y otras escuelas del ACC no estaban interesados en mí.” Pero Stephen estaba decidido a no renunciar a su sueño y cuando el entrenador de baloncesto del Davidson College, Bob McKillop, le ofreció la oportunidad de jugar para la modesta escuela, la tomó. En 2009 se convirtió en el séptimo jugador seleccionado en el draft de la NBA, uniéndose al equipo de los Golden State Warriors. Más tarde, en la temporada 2011-2012, cuando una lesión en el tobillo después de la otra le llevó a tener una cirugía después de la otra, ausentándose en 40 de los 66 partidos de la temporada, afrontó la situación frustrante con la misma actitud de paciencia y capacidad de recuperación. “Él tuvo un año y medio bastante duro cuando se trata de sus lesiones de tobillo,” dice la esposa de Stephen, Ayesha.
“Pero nunca ha habido un día que ha tenido mala cara… Al punto tal que inclusive yo me quedé asombrada y shockeada. ¿Cómo se hace para no trasladar todo ese estrés a la casa? “ Stephen tiene una respuesta sencilla: “Yo sé que en el gran esquema de las cosas, esto es sólo un juego que se me puede quitar en cualquier momento.” En vez de confiar en su rendimiento deportivo Stephen decide confiar en algo más permanente para la felicidad: el día en que obtuvo la vida eterna. “Lo recuerdo como si fuera ayer, el día que entregué mi vida a Cristo”, dice Stephen. “Yo estaba en el cuarto grado, y recuerdo escuchar y entender el evangelio de Jesucristo y caminar por el pasillo (de la iglesia) para entregarle mi vida a él.” Desde ese momento Stephen sabía que toda su vida – cada circunstancia, cada curso de acción – no estaba en sus manos, sino en las manos de Dios. Él sabía que mientras que sea Dios el que estaba escribiendo la historia de su vida, no tenía nada de qué preocuparse. Así que cuando ninguna escuela parecía aceptarlo en su equipo, Curry decidió mantener su confianza en el Señor, que resultó tener un plan mayor.
“Yo estaba seguro de que el Señor me había bendecido con el talento para jugar al balóncesto, y yo sólo quería ir donde Él quería que yo fuera. Ese lugar se hizo tan claro como el agua una vez que me encontré con Bob McKillop … él era un hombre de Dios, por lo que era una ventaja añadida poder jugar para un líder que se basa en la fe. “Toda la experiencia de reclutamiento y firma de contrato me enseñó acerca de la paciencia y la búsqueda de la voluntad de Dios, porque Él tenía un plan desde el principio. No podía verlo al principio, pero confiaba en que Él sabia lo que era mejor para mí. “ Stephen confió en Dios de la misma manera cuando sus lesiones le impidieron jugar. Sabiendo que su Padre Celestial estaba cuidando de él eliminó toda frustración acerca del presente y la preocupación por el futuro. Stephen se concentra en jugar y disfrutar del juego en vez de dejar que sea el centro y la definición de su éxito y alegría.
El versículo de la Biblia que ha escrito en sus zapatos deportivos, Filipenses capítulo 4 versículo 13, permite que otros sepan de dónde realmente proviene su talento: “Puedo hacer todas las cosas en Cristo que me fortalece”. “Me encanta que el baloncesto me da la oportunidad de hacer cosas buenas para la gente y para señalarlos hacia la persona que murió por nuestros pecados en la cruz,” dice. “Sé que tengo un lugar en el cielo esperándome gracias a Él, y eso es algo que ningún premio terrenal o trofeo jamás podrá igualar. “Yo soy mucho más que solo esta camiseta que me pongo, y eso es el Cristo que vive dentro mío.” ●