Con el padre ausente y muchos problemas fina cieros, Rodrigo Manton comparte cómo encontró la libertad de su dolor interno y las adicciones. “Mi padre era violento con nuestra familia así que mis padres se separaron,” Rodrigo explica.
“Hubo muchas áreas de dolor en mi corazón, porque yo crecí en un hogar monoparental, donde nos cos- taba cubrir las necesidades básicas. Fue muy duro, porque si pagábamos las cuentas no podía-
mos comprar alimentos o viceversa”.
Durante este tiempo había una cosa que siempre se destacó en la memo- ria de Rodrigo, cada vez que la familia estaba en necesidad su madre reunía a la familia para orar.
“Cada vez que oramos a Dios por nuestras necesidades, él respondía de manera milagrosa”, recuerda.
Debido a la ausencia de su padre Rod dice que “desarrolló problemas paternales”, tenía una baja autoes- tima y constantemente buscado atención por parte de las mujeres de la manera equivocada.
“No tenía ninguna figura paterna que me enseñara cómo tratar a las mujeres y ser un hombre”, dice.
“Solía crear excusas por las cosas malas que hacía, como mi adicción a la pornografía. Siempre me veía a mí mismo como una víctima. Me mentía a mí mismo acerca de todo esto diciendo que merecía ser egoísta debido a mi situación familiar y todo lo que habíamos pasado”.
Mientras tanto, se le hacía fácil verse a sí mismo como “una buena persona”, porque él iba a la iglesia. Sin embargo, era rápido para juzgar a sus amigos por las cosas malas que hacían y no juzgar su propia vida con la misma severidad. El punto de inflexión para Rod se produjo cuando su novia cristiana Maddie, terminó con él en su seg- undo aniversario de novios. “Ella descubrió que había estado coqueteando con otras chicas y mintiéndole a ella acerca de estas cosas”, explica.
“Le mentí acerca de mi adicción a la pornografía. No podía confiar más en mí, así que nos separamos y eso me tiró por el suelo”.
De pronto las consecuencias de sus errores lo alcanzaron y Rod se dio cuenta de que había sido un hipócrita y un mentiroso.
“Lloré y lloré, y llegué al punto más bajo en mi vida”, dice.
“Pero Dios usó esto para ayudarme a que vea el pecado por lo que real- mente era. Me ayudó a ver que mi pecado hiere a Dios y a las otras personas a mí alrededor. Vi que soy un mentiroso, codicioso, egoísta, orgulloso y arrogante. “Fui confrontado por Dios, nuestro Padre celestial perfecto, que siempre respondió a las oraciones
de mi familia cuando estábamos luchando. Él nunca me había fallado. Sea cual sea la excusa que presentaba parecía débil y lamentable”.
Fue en ese momento que Rod recuerda clamar a Jesús por perdón y un nuevo comienzo para seguirle. “Realmente vi mi necesidad de que Jesús me salve porque en mí mismo soy pecador y mi pecado me separaba de Dios.” De repente, Dios comenzó a cam- biar su vida, dice, y se sintió moti- vado a conectarse con Él a través de la oración, la lectura de la Biblia y adoración en la iglesia.
“A pesar de que todavía a veces peco, el Espíritu Santo me recuerda que soy perdonado y me motiva a querer hacer lo que Dios quiere que haga en vez de hacer sólo lo que yo quiero”, explica.
“Esto significaba que tenía que llamar a personas y pedir su perdón. Tenía que perdonar a mi padre por lo que me hizo a mí y a mi familia. Atravesé un proceso de dos años de cortar las cosas en mi vida que me hacían pecar, incluyendo algunos amigos, el ordenador y la televisión – cualquier cosa que pudiera suscitar la tentación en mi corazón. “También he descubierto que si no podemos confesar nuestros pecados a un amigo cercano o a nuestro cónyuge, que el pecado nos sigue manteniendo cautivo”.
Cada vez que Rod se ve tentado a volver a sus viejos caminos, él se pregunta: “¿Realmente amo y confío que obedecer a Jesús es lo mejor para mí? La respuesta tiene que ser ¡sí!
¿Por qué? Debido a que Jesús estaba dispuesto a morir por mí.”
Rod cree que hay libertad en la obediencia a Jesús.
“A pesar de que pueda parecer que nos estamos perdiendo cosas en la vida al negar nuestros deseos egoístas; ; no importará en 1000 años, cuando estamos celebrando en el cielo”.
Nuevamente en sintonía con Dios, Rodrigo restableció su relación con Maddie y se casaron en junio de 2013.
“Ella me ha mostrado mucho más amor y perdón de lo que merezco”, explica.
“Todos los días oramos juntos y leemos la Biblia juntos, sabiendo que el amor de Jesús por nosotros nos permite amarnos unos a otros en la manera en que nos manda”. ●