Sufriente de bulimia se goza en la victoria sobre su adicción.
na imagen distorsionadadel cuerpo y la bulimiaatormentaron a María Notcheva durante 17 años debido a la percepción de su familia que ser delgada era el único forma de ser hermosa.
“A menudo me sentía sola y marginada de mi propia familia; Yo era un patito feo que simplemente no era lo su fi cientemente buena para ser aceptada “, recuerda.
“Ya a los siete años de edad, recuerdo rogar a Dios para que me hiciera más delgada, para que mi madre me amara más.” A lo largo de su vida escolar, María se obsesionó con la obtención de un cuerpo perfecto, primero a través de vías saludables como el ejercicio moderado y una dieta equilibrada.
A medida que fue creciendo, adoptó algunos comportamientos nocivos para la pérdida de peso.
“A los 16 años, por un tiempo hice un régimen de lechuga y Coca diet; Luego me convertí en bulímica “, admite.
Pronto, la comida ya no era más una barrera en el camino a una mejor figura – se transformó en el enemigo – la llevó a graduarse de la escuela secundaria con un peso de 88lbs (40kg).
Luego, en su segundo año de universidad, curiosamente decidió unirse a un grupo universitario cristiano.
Desde muy joven María tenía una comprensión lejana de quien era Jesús y de su amor, pero cuando escuchó las historias de vida de otros seguidores de Cristo decidió convertirse en una cristiana.
“Yo acepté a Cristo como mi Salvador personal, pero era mucho más que una aceptación intelectual de él en mi vida, sino que fue una entrega total de mi vida a él – una verdadera entrega de mi voluntad.
“En lo más profundo de mi ser, yo estaba asustada que nunca sería capaz de entregarle por completo este feo secreto que controlaba mi vida.”
A pesar de su nueva salvación, María aún se aferraba a sus hábitos bulímicos y continuó su búsqueda del cuerpo perfecto en la más alta estima a lo largo de la universidad. Cuando se graduó y se trasladó al extranjero, María adoptó también una adicción a la bebida en el intento de lidiar con el dolor y el vacío causado por los atracones y las purgas.
Ella se casó en 1995, pero ocultó sus hábitos bulímicos de su marido, incluso cuando se trasladaron de nuevo a Norteamérica para formar una familia.
“No podía siquiera dejar de realizar purgas durante mis primeros tres meses de embarazos, aunque por suerte los bebés eran todos saludables y de peso normal”, admite.
A esta altura, María era dolorosamente consciente de que su hambre no era algo físico.
“La bulimia es una enfermedad espiritual haciéndose pasar por una física. Yo era consciente de esto, pero no me detenía de comer compulsivamente cuando el impulso incontrolable se despertaba”.
La respuesta a su pedido de ayuda llegó cuando observó un pequeño anuncio en el periódico sobre el ministerio de oración de la iglesia local y decidió que no estaría de más echarle un vistazo.
“Entré con timidez, casi en lágrimas; sin saber qué esperar. Tres mujeres cristianas y compasivas oraron fervientemente para que Dios rompa esta atadura en mi vida y que pueda gustar de su perdón y su sanidad”.
Como resultado de este encuentro, María entregó su trastorno alimenticio a Dios y se comprometió a con fi ar en Él, que según ella es todavía un proceso diario de arrepentimiento (alejándose de los pensamientos equivocados y pecados) y estar conectada con Dios mediante la oración y la lectura de la Biblia.
“Después de mi primera visita, dejé de beber por completo. Pasé varios días sin atracones ni purgas. En el transcurso de los próximos meses, llegaba a los seis días, en promedio, sin un episodio. Antes de esto yo hacía purgas dos o tres veces por día”.
Entonces ella comenzó a estudiar lo que la Biblia tiene que decir sobre los ídolos y la superación sobre el pecado, y Efesios capítulo 4 le habló con ella sobre “despojar” viejos hábitos y “vestirse” de nuevos hábitos, los que honran a Dios.
“Dios no sanó mi adicción de manera instantánea”, añade, “Fue por la lectura continua de la Biblia, por la oración y por la renovación de mi mente que el Espíritu Santo me dio poder sobre la tentación.”
Desde entonces Dios la ha ayudado a transformar continuamente su estilo de vida y ha sido completamente curada de su bulimia ya por 13 años sin una sola recaída.
Hoy María trabaja como consejera bíblica certificada y tiene una fuerte pasión por ayudar a otras mujeres jóvenes en su lucha con trastornos alimenticios y la imagen corporal. ●